Cecilia Barrionuevo habló sobre la actualidad y los desafíos del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que la tiene como directora artística.
Cecilia Barrionuevo, la primera mujer en tener a su cargo la dirección artística del Festival de Cine de Mar del Plata desde su creación en la década del 50, ponderó la virtudes y características de la cita que se desarrolla desde el sábado y que en esta edición “ofrece mil recorridos posibles, ya que la programación funciona de forma orgánica”.
Conformada por 277 películas, la programación está repartida en varias competencias, muestras informativas, retrospectivas y homenajes como resultado de un año de trabajo en el que un gran equipo resuelve un difícil rompecabezas.
– El objetivo central de un festival es programar buen cine. ¿Cómo encararon el desafío esta vez?
– Por un lado los festivales permiten tener las grandes estrellas y los íconos del cine, pero también estar atentos a esos invitados que llegan y no son tan conocidos y quizás en el futuro lo sean. Uno les siente un aura distinta y es clave estar atento a lo nuevo, al descubrimiento.
– ¿Los programadores de un festival son los guías del público?
– Son varias cosas que entran en juego. Creo que tiene que ver con lo que tomás de lo ya conocido. Más que guías creo que hacemos un tejido, hilvanando una película con otra, trazando recorridos que van conformando una especie de red, tejidos que van generando tensiones, películas que se van asociando dentro de las mismas secciones y con otras.
– ¿De una buena selección depende que uno pueda elegir al azar sin fracasar?
– Mar del Plata tiene eso de que de pronto te armaste tu grilla de películas, llegás a ver una de ellas y te sorprendés que no hay más entradas o que no llegaste de una sala a la otra porque te quedaste escuchando qué decía un director al finalizar la proyección anterior. Siempre hay alternativas. Mar del Plata tiene un gran público que ha ido creciendo con el paso de los años.
– ¿En qué momento durante la programación alguien dice en voz alta que sobra o falta algo?
– Venimos trabajando hace muchos años juntos, investigando y seleccionando todos juntos. Es un equilibrio que se fue logrando en la medida que lo gestábamos.
– ¿Es como armar un rompecabezas?
– La programación es como un montaje y en una película poner una escena o no te modifica el resultado. Poner una película o no puede modificar ese equilibrio. Vemos la programación como una totalidad.
– El programador debe pensar en ese potencial armado que va a hacer el público…
– Este año el festival te da mil recorridos posibles. La programación funciona de forma más orgánica, como un sistema. La cantidad puede darte más opciones, pero este año sentimos que la calidad del todo es muy buena.
– ¿Cómo es la propuesta de este año?
– Además de los directores conocidos y los noveles por descubrir, trabajamos mucho el cine contemporáneo y la historia del cine. Eso creo que también genera otros hilos de tensión, porque ver cine contemporáneo hace pie en la historia del cine.
– Si fueses público, ¿cual sería tu grilla?
– Todo tiene muchísima coherencia… En mi caso apuntaría mucho a todo aquel cine en pequeño formato en Súper 8 y 16mm, me gusta porque genera experiencias únicas en el cine. Nuevos Autores y Autores, donde hay infaltables como Raúl Perrone o poco conocidos aquí, como Patricia Mazuy.
– ¿Cuál es el deseo del equipo hoy?
– Estamos muy contentos de que empiece y poder compartirlo. Este año también vienen críticos y críticas, y programadores de otros festivales, lo que le da otro tipo de dimensión y fortaleza al festival, el único clase A de Latinoamérica.
– ¿Son incómodas las comparaciones con otros festivales?
– Cuando uno programa un festival como éste, hay que ponerlo en situación, dónde se va a hacer, cuándo, para quién y por quiénes va a ser realizado. Hay un aquí y ahora que hay que tener muy presente. No se puede pensar festivales en abstracto, con películas en abstracto como entes aislados. A partir de ahí se puede trabajar para ese festival. Y así lo hicimos.